Salí sobre las 10, después de que una agria sexagenaria francesa me hiciera un zumo de naranja de mala gana. Como anfitriones los franceses no tienen rival. Perdonarme pero del nombre del hotel no quiero acordarme, solo falta que les haga publicidad.
Todavía tuve que pagar varios peajes en Francia y País vasco para cerra la cartera. Llegué a Vidiago sobre las 16:00. Reencuentro con la moza, que estaba más guapa que nunca, y después hasta Llanes, mi villa de adopción, donde me aguardaban la mejor comida y cama de todo el viaje… y gratis.
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